Skip to main content

«Cuando el sabio señala la Luna con el dedo, sólo el necio se queda mirando el dedo» decía un viejo proverbio chino. Hace muchos años que la ciencia nos avisa de que el cambio climático en la zona mediterránea comportará largos períodos de sequía interrumpidos por lluvias torrenciales de mal aprovechar. Dicho y hecho… en las cuencas internas de Cataluña, los déficits de pluviometría más importantes desde 1950 los hemos tenido en los últimos 20 años, y de éstos, los peores en los últimos seis años, con la excepción catastrófica del Gloria. He aquí lo que estamos viviendo, que no es una simple sequía sino la evidencia del cambio climático en nuestro país.

Imagen de la parte alta del pantano de Sau

Esta semana hemos entrado en emergencia hídrica y no sabemos cuánto tiempo va a durar, mientras sabemos que en el sistema Ter-Llobregat el consumo no se ha reducido durante los 3 años que lleva la sequía. Con independencia de las restricciones que se apliquen, el agua, si no cae del cielo, debe producirse regenerante o desalante. Ya están previstas nuevas desaladoras en Cunit, en Tordera y en el Alt Empordà, y también de regeneración de agua depurada en Barcelona. Pero estos procesos requieren mucha energía, y si no queremos aumentar las emisiones de efecto invernadero, sino reducirlas, serán necesarias muchas instalaciones de energía renovable. Sin embargo, la misma sequía pone en jaque a la generación hidroeléctrica y si sigue agravándose, en la cuenca del Ebro puede repercutir en el funcionamiento de las centrales nucleares y cuestionar qué es primero si la agricultura o la energía. Energía y agua son recursos básicos cada vez más interrelacionados frente al calentamiento global.

Imagen de la desaladora de Barcelona

El futuro nos depara una sociedad que empleará más tecnología, y por tanto más energía, para producir el agua que el clima dejará de aportar. Es un reto que una sociedad madura no puede rehuir. El retraso injustificable de Cataluña en la transición a las energías renovables nos hace más vulnerables también frente a las sequías y oleadas de calor.

El Gobierno estima que las renovables necesarias para llegar a cero neto de emisiones en 2050 ocuparían un 2,5% del territorio. Es una cantidad asumible en términos de paisaje y una palanca imprescindible por la seguridad hídrica del país. Lamentablemente, el «Aquí no» contra las renovables que ha conquistado los marcos mentales de mucha población nos impide avanzar en la buena dirección. Marruecos, un país mucho más árido y caluroso hace tiempo lo ha entendido y el 62% de su electricidad es renovable mientras en Catalunya es un despreciable 15%. Rebotando los proyectos de un lado a otro, no estaremos a tiempo. Y de hecho ya vamos tarde.

Asociación Renovémonos