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Hemos superado el negacionismo. Si, este verano de 2023 el cambio climático ha sido tema de todas las conversaciones con un consenso mayoritario sobre que éste es real y nos afecta de forma acelerada. Hemos superado una discusión social absurda que la ciencia ya había resuelto. El cambio climático es real y empezamos a percibir su magnitud. Ahora el problema está en la solución. Es decir, en la transición energética que debe sustituir al petróleo, el gas y el carbón como fuentes de energía, por energías renovables y limpias que aprovechen, el sol, el viento y el agua. Hasta aquí, todos estamos de acuerdo. También hemos creado el marco para que los proyectos de renovables sean rentables y ya hay un montón de empresas dispuestas a invertir en ellas. Sin embargo, cada proyecto de energía renovable que se presenta en un lugar concreto se encuentra con la oposición del territorio. Queremos energías renovables pero no en nuestro país. Tal vez porque hasta ahora tampoco hemos querido ver que la energía fósil que consumimos se produce en algún sitio, aunque lejano, y que seguro que también tiene un impacto local, a menudo mucho más grave que la instalación de un aerogenerador o unas placas.

Es en este contexto de parálisis en la acción en el que hace un año nace la Asociación Renovem-nos con el objetivo de acelerar la transición energética con garantías ambientales y participación democrática. Desde los inicios sabíamos que habría que luchar contra el efecto NIMBY (No in my back yard, no en mi patio) y que para ello necesitábamos del concurso de voces autorizadas en el mundo del ecologismo, la ciencia y la divulgación científica . Las voces de Renovem-nos dieron la cara a favor de una implantación masiva y urgente de energías renovables en consonancia con la emergencia climática decretada por todas las instancias gubernamentales. En este primer año hemos contribuido a seminarios, jornadas técnicas a buscar propuestas para una implantación de energías renovables compatible con la conservación del medio natural. Hemos espoleado a las administraciones para acelerar procesos y buscar objetivos ambiciosos. Hemos valorado positivamente los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo formulados por el Estado, a la vez que pedido a la Generalitat de Cataluña estudios detallados sobre potenciales impactos mediante la plataforma PLEMCAT. Hemos impulsado la alianza El Futuro Es Ahora, junto con OIKIA, Greenpeace, Conservación, Revo Prosperidad Sostenible, PTP, Embajadores del Pacto Europeo por el Clima, C-Neutral 2050, IREC y la XCN, que ha lanzado el documento “Fitos, ejes y herramientas de la transición ecosocial”. Y hemos promovido el Monitor Público de Emisiones de Cataluña, que el pasado 5 de junio difundió estimaciones actualizadas para 2021 y 2022 de las emisiones de efecto invernadero a nivel catalán, anticipándose un año a los datos de que dispone la Generalitat .

Somos conscientes de que en el campo de la transición energética las emociones se han convertido en el motor del relato y es muy difícil un debate sereno al respecto. Nos preocupa mucho la deriva nitpedagógica de esta situación. Necesitamos reducir más de un 6% anual las emisiones a nivel catalán hasta 2030 para permanecer alineados con las previsiones del IPCC. La magnitud y complejidad de lo que esto significa es abrumadora. Sólo hemos hecho retroceder las emisiones a este nivel durante los confinamientos y por mucho que compartimos los postulados decrecentistas, la configuración socio-política del país dista mucho de poder aplicarlos a la escala y el ritmo que requerimos.

Defendemos las renovables porque el 72% de la huella de carbono catalana son los combustibles fósiles y significan el 69% de toda la energía consumida (carburantes por transporte, gas por calefacción, etc.) y con ellos se genera el 28,2% de la electricidad a nivel catalán. Es nuestro deber explicar que la electrificación de la sociedad y la economía (todo tipo de vehículos eléctricos, mayor transporte ferroviario, viviendas y aparatos inteligentes, teletrabajo, bombas de calor, etc.) ya está en marcha. Afortunadamente, esto nos permitirá desprendernos de los combustibles fósiles y de toda su ineficiencia. Necesitaremos más electricidad y ésta deberá proceder de fuentes renovables, instaladas en lugares concretos del territorio. Necesitaríamos multiplicar anualmente por 16 los autoconsumos fotovoltaicos actuales para que su aportación esté a nivel de lo que debemos alcanzar según el IPCC. Y todo ello, ante la cuenta atrás climática en la que nos encontramos y un calentamiento que nos demandará más energía para desalinizar agua y climatizar ambientes. Con toda la humildad que se puede proyectar en un texto como éste queremos decir que la energía es algo demasiado grande como abordarla desde la pequeña escala.

Para Renovémonos, afirmar lo contrario es engañar a la población y alimentar el negacionismo energético. No hacer nada no es una opción, y nadie quiere nada por ninguna parte. Ni el Plan Territorial Sectorial de Energías Renovables será capaz de superar la resistencia al cambio. En todas partes el paisaje es un activo pero, al mismo tiempo, en todas partes el paisaje es la víctima más vulnerable del calentamiento global. El duelo por el paisaje vendrá por una vía o por otra, o por las dos. Hay que priorizar si nos apropiamos de esta transformación porque entendemos su trascendencia y buscamos las rendijas que nos harán sentir relativamente satisfechos del resultado, o si nos atrincheramos y dejamos a los procesos de decisión de arriba abajo que impongan su lógica.

Las personas de Renovem-nos apostamos por la primera de las dos opciones y, por eso, tenemos la misión de fomentar la acción urgente por una transición energética con participación democrática y garantías ambientales. Por eso, hemos redactado un manifiesto que han firmado 600 personas y nos hemos unido en una asociación. En el ejercicio de nuestra libertad de expresión participamos del debate público sobre la transición energética y la acción climática con total independencia y sin condicionamientos por parte de nadie. Hemos recibido financiación de la European Climate Foundation, entidad que defiende internacionalmente la aplicación del Acuerdo de París a partir de fondos filantrópicos, no tenemos vínculos con las compañías energéticas y pedimos respecto a nuestra honorabilidad y buena fe. Nos disculpamos si nuestras palabras o acciones han resultado ofensivas para alguien, pero seguiremos siendo la voz incómoda que empuje a la sociedad catalana hacia soluciones viables que nos conduzcan a un escenario de estabilidad climática que garantice nuestra supervivencia y la de muchas especies que conviven con nosotros en este planeta Tierra.

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Los dos sectores más emisores a nivel catalán son los transportes y la industria (30% y 31% respectivamente). La proyección del recorte de emisiones en estos dos sectores equivale a dejar una quinta parte de los vehículos Catalunya aparcados todo el año (1 millón aproximadamente), o renunciar a 50.000 millones de € de PIB. La realidad es que después de la pandemia los gases de efecto invernadero han vuelto a crecer.

y quien se atreva a cuestionar la visión aparentemente predominante es automáticamente censurado. Hay quien ha optado por la difamación sin prueba alguna -porque no hay nada que probar- como medio para desacreditarnos.

El “Renovables sí, pero no así” se está convirtiendo en un lema para decir que no a todo, que no podemos permitirnos.