Los Principios de Manhattan , que desarrollaron el concepto Una sola salud, dicen que los brotes epidémicos recientes muestran que la comprensión amplia de la salud y la enfermedad quiere una aproximación que concilie la salud de humanos, animales domésticos y vida salvaje.Partiendo de esta idea, resulta claro que, para alcanzar el máximo de bienestar posible, será necesario que se avance en el conocimiento de diferentes disciplinas (medicina, veterinaria, ciencias ambientales) y en la acción coordinada en programas, instituciones, tecnologías y estrategias en estos campos.
Cada patógeno infeccioso puede depender de poblaciones de diversas especies (vectores, huéspedes, reservorios), que a veces viven en diferentes hábitats. También hay casos en los que el patógeno vive varias fases de su ciclo en órganos distintos del propio huésped. Existe, en cualquier caso, una red de conexiones entre patógenos, órganos, huéspedes y hábitats, que hace posible la propagación del patógeno. La mayoría de enfermedades emergentes de riesgo grave para humanos son de origen vírico y la infección de las personas se produce muy a menudo por contacto con animales. A menudo, los vectores son insectos, como mosquitos, chinches, pulgas, etc., o arácnidos como las garrapatas, pero por ejemplo los perros o los murciélagos son vectores de la rabia). Los contactos con virus nuevos se hacen más probables cuando personas y animales domésticos penetran en ambientes previamente no explorados o en los que las poblaciones humanas eran reducidas y muy aisladas, o cuando ecosistemas naturales son destruidos o fragmentados por las actividades humanas o por el cambio climático, provocando el desplazamiento de animales que previamente no solían estar en contacto con humanos. En un estudio estadístico (Morand et al, 2014), se observaron más epidemias allá donde hay más especies en riesgo de extinción y mayor pérdida de superficie forestal.
Hay que entender que no es la enfermedad lo que se transmite, sino el parásito, que puede pasar por organismos vectores, por huéspedes transmisores o no (que pueden actuar como reservorios o multiplicadores), cada uno de ellos está ligado a algún hábitat, y todo esto implica temas de biología, ecología, evolución, veterinaria, etc. porque, además de la relación parásito-huésped, siempre existen interacciones con otras especies y con factores ambientales. Puesto que se calcula que entre los mamíferos y las aves salvajes hay cientos de miles de virus diferentes y que todavía sólo conocemos unos 300 virus que nos causen enfermedades, resulta evidente la necesidad de desarrollar las implicaciones del concepto Una sola salud en tres ámbitos (médico, veterinario y ambiental), si queremos evitar nuevas pandemias de efectos incalculables. Resulta imprescindible en un mundo cada vez más globalizado.
Epidemiología y ecología están fuertemente relacionadas (incluso en el ámbito teórico, puesto que los modelos de dinámica de propagación que hoy se emplean en epidemiología derivaron de los modelos de dinámica de poblaciones de la ecología). Además, por las razones mencionadas, no habrá cierta seguridad en lo que se refiere a las epidemias sin gestión saludable del entorno. El riesgo epidemiológico ha aumentado con el incremento de poblaciones humanas y animales domésticos (los humanos somos la especie de mamífero grande más abundante que nunca haya existido y, con nuestros mamíferos domésticos ovinos y bovinos tenemos una biomasa 22 veces mayor que la de los mamíferos salvajes, y hay más aves domésticas que pájaros salvajes); con la globalización y las facilidades en el transporte; y con las alteraciones de los ecosistemas debidas al cambio climático. El término Una sola salud se convierte así en un referente crucial para las políticas de prevención.
Este planteamiento cuestiona la forma en que han funcionado las sociedades industriales y algunas agrarias, persiguiendo el máximo beneficio a corto plazo y menospreciando la preservación de los recursos para las generaciones posteriores. El comportamiento extractivo no sólo afecta gravemente a la biodiversidad y los recursos: pone en peligro la salud al incrementar los riesgos de epidemias causadas por microorganismos y virus (muchos de los cuales pueden ser desconocidos en cuanto a su comportamiento, vías de transmisión, efectos, etc., lo que puede facilitar su propagación hasta causar pandemias, como en el caso de la COVID-19). El calentamiento del clima hacia temperaturas que se alejan del nicho donde los humanos funcionan mejor (medias anuales alrededor de los 15ºC) y el vertido en torno a cantidades inmensas de sustancias que pueden perjudicar nuestro metabolismo y con las que ni los humanos ni los demás seres vivos habían estado antes en contacto también afectan a la salud.
Este término no sólo pone en cuestión el modelo de sociedad del capitalismo neoliberal, también la forma en que abordamos tradicionalmente la organización de la sanidad. Nos exige una mirada más global para reestructurar nuestras instituciones y para añadir tareas de investigación y monitoreo, porque nuestra fortaleza está ligada a sistemas de gran complejidad. No olvidemos que los sistemas complejos a veces tienen transiciones de fase repentinas, catastróficas. La historia de las enfermedades epidémicas da muchos ejemplos: la devastación de las sociedades europeas por las oleadas de peste negra, el colapso de las sociedades indígenas sudamericanas y de Oceanía por el contacto con microbios nuevos por ellas, llegados con los europeos y su ganado, etc. La aceleración de los cambios que se están produciendo en la biosfera hace más difícil y urgente la reconstrucción de la relación entre nuestras sociedades y los ecosistemas a los que están ligadas, porque nos alimentan, nos dan agua para beber y otros recursos.
La transición hacia la sostenibilidad tiene en la noción de Una sola salud una vertiente de muchísima relevancia . Hoy, la combinación de calentamiento y enjutas con estructuras sociales poco resilientes y poblaciones vulnerables provoca migraciones conflictivas, pero también la emergencia de patologías infecciosas que se transmiten con facilidad a otros lugares del mundo. Gran parte de estas poblaciones se concentran en mega-ciudades de crecimiento rapidísimo y muy gran densidad de población, condiciones propicias a la propagación de epidemias. Los países pobres no tienen acceso a medicamentos efectivos, porque son demasiado caros o porque la producción se destina prioritariamente a los ricos. El escenario que propone esta teoría dice que si los más pobres quedan expuestos a nuevas infecciones, toda la humanidad también lo estará. Si no actuamos por solidaridad humana, aunque sea por egoísmo deberíamos extender los beneficios de la sanidad avanzada incluso a la fracción más olvidada y rechazada de la población humana.