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Si durante la emergencia sanitaria por el cóvido un gobierno hubiera dimitido de su responsabilidad convocando elecciones en medio del pico de la ola, sin haber conseguido vacunas y mascarillas, todo el mundo hubiera calificado la situación de desastrosa. Pues ésta es, más o menos la situación, en que el Gobierno ha decidido convocar las elecciones.

Ninguno de los instrumentos legislativos previstos en la Ley del cambio climático ha llegado a aprobarse. Los presupuestos de carbono, el Plan territorial de energías renovables, el Plan Nacional de energía y clima y el paquete de fiscalidad sobre las emisiones estaban en proceso de tramitación y/o aprobación durante este 2024. Todas estas iniciativas que eran urgentes para afrontar la emergencia climática quedarán ahora paralizadas hasta que el nuevo Gobierno, pasado el verano, decida si las lleva adelante o quiere reformularlas.

Esta inestabilidad política acabará de retrasar aún más la transición energética en Cataluña. Mientras en España las energías renovables representan ya un 54% del mix eléctrico y se están reduciendo las emisiones a buen ritmo, en Catalunya estamos en un migrado 14% y sin herramientas para remontarlo. Como consecuencia, para cumplir con los compromisos climáticos, el Gobierno español ha aprobado ya nuevas líneas de alta tensión que lleven la energía limpia desde Aragón.

Por otro lado, la inexistencia hasta el día de hoy de un marco planificador estable aumenta las tensiones territoriales entre zonas con mayor densidad de renovables y otras que no tienen todavía ninguna instalación, y los grupos opositores aparecen como setas porque a falta de una planificación territorial parece que cualquier proyecto se puede tumbar si se llama bastante.

Por todo ello, después de encadenar 12 meses seguidos batiendo récords históricos de temperatura y en medio de una sequía también histórica provocada por la ausencia de lluvias, Renovem-nos considera una irresponsabilidad que el Gobierno se pliegue sin haber encauzado las herramientas fundamentales para afrontar la emergencia climática, cuando en pocos meses se podía dejar aprobadas las líneas maestras.