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  • En plena crisis climática las energías renovables sólo aportan un 2,7% de la electricidad en el Alt Empordà (2019)
  • En 2035 el Alt Empordà necesitará tener instalados el equivalente a 20 molinos en el mar, o cerca de 100 en tierra, o bien 1.200 hectáreas de parques fotovoltaicos, o una combinación de estas tres fórmulas.
  • Es necesario que los ayuntamientos asuman también su rol en la emergencia climática favoreciendo y no torpedeando el fin de los combustibles fósiles.
  • La mera existencia de espacios protegidos o incluso la declaración de nuevos parques naturales no garantiza en absoluto la buena preservación de los ecosistemas naturales.

La Asociación Renovem-nos es una entidad de base científica formada por expertos, divulgadores y activistas a favor de la transición energética en Cataluña como estrategia en la lucha por detener el cambio climático. Dentro de nuestra labor, vemos con preocupación el retraso en el desarrollo de las energías renovables en Cataluña. Si bien a nivel estatal se están haciendo los deberes a buen ritmo (70% de la electricidad en la península en 2023 y caída de las emisiones de todo el país un 7,5% en un año), en Cataluña estamos en la cola de las comunidades autónomas con tan sólo un 14% (2023), cifra que desciende hasta el 1,5% en el caso de la demarcación de Girona.

En este contexto hay que poner de relieve el caso del Alt Empordà, una comarca privilegiada en capacidad de producir energía renovable pues, además de muchas horas de sol aprovechables, disfruta de vientos regulares de alta velocidad. Si bien esta comarca fue pionera en energía eólica instalando los primeros aerogeneradores en el Pení de Roses, hoy cuenta con un escaso 2,7% (2019) de cuota renovable en su mix eléctrico, básicamente fotovoltaica. Por increíble que parezca, en toda la comarca no existe ni un solo aerogenerador en funcionamiento. Ésta es una situación que no se puede prolongar en medio de una emergencia climática. El Alt Empordà debe contribuir de forma inexcusable, como deben hacer todos los territorios en la medida de sus capacidades, a detener sus emisiones de efecto invernadero y aplicar medidas de adaptación al cambio climático en todos los sectores.

No es sólo un tema ambiental, es también un tema económico de primer orden, como estamos viendo con la actual sequía. Para mantener una economía basada en el turismo, la logística y la exportación de productos agroalimentarios será necesaria energía, y en 2035 -una vez cerradas las 3 centrales nucleares catalanas- el Alt Empordà necesitará tener instalados el equivalente a 20 molinos en el mar, o cerca de 100 en tierra, o bien 1.200 hectáreas de parques fotovoltaicos, o una combinación de estas tres fórmulas. Todo esto, sin tener en cuenta una cuota de solidaridad a nivel catalán o los picos estacionales del turismo. No es realista pensar que con placas en los tejados y espacios antropizados haremos suficiente. Es necesario abordar con seriedad las cifras del reto que tenemos delante. Será una ingente tarea que requerirá el esfuerzo y la colaboración de todas las instituciones y de los actores sociales y económicos para transformar la matriz energética antes del 2030, teniendo en cuenta los años perdidos en esta materia. Es obligación de los responsables políticos conducir a la sociedad hacia escenarios que garanticen las condiciones de vida de sus ciudadanos. El escenario de la transición energética no es un capricho de ninguna empresa privada o de una agenda oculta y perversa, es una política acordada por los países de todo el mundo en el Acuerdo de París, ratificada por los parlamentos nacionales, y desarrollada en la planificación energética a nivel estatal (PNIEC) y autonómico (PROENCAT). Es necesario que los ayuntamientos asuman también su rol en la emergencia climática favoreciendo y no torpedeando el fin de los combustibles fósiles.

A menudo se pone mucho énfasis en la preservación de los espacios naturales y la biodiversidad como argumento de oposición a las renovables, pero cabe recordar que la mera existencia de espacios protegidos, o incluso la declaración de nuevos parques naturales, no garantiza la buena preservación de los ecosistemas naturales. Los cambios derivados del calentamiento global, sobre todo sequías y aumento del riesgo de fuegos forestales, continuarán degradando nuestros ecosistemas hacia procesos de desertificación. Lo mismo sucederá en el medio marino a medida que la temperatura del mar vaya subiendo. Por tanto, plantear una incompatibilidad entre renovables y biodiversidad es un argumento que parte de una premisa falsa: la que afirma que dejar de intervenir no haciendo nada es el mejor remedio para proteger la biodiversidad y nuestros ecosistemas. Al contrario, debemos intervenir para contrarrestar estas tendencias que llevan inevitablemente a la destrucción del paisaje que conocemos y, para ello, necesitaremos energía sostenible en grandes cantidades: para gestionar la defensa de nuestros ecosistemas, para sostener una agricultura productiva que deberá adaptarse, para garantizar el abastecimiento de agua potable durante las sequías persistentes, para poder mantener la actividad económica de la comarca y para ofrecer condiciones aceptables para la salud de las personas durante las olas de calor.

Año a año podemos constatar que el cambio climático deteriora la naturaleza y las condiciones de vida de los ampurdaneses. El Alt Empordà y Catalunya no pueden permitirse perder más tiempo sin llevar a cabo la descarbonización efectiva del sistema energético con un despliegue de energías renovables a gran escala. Disponemos de una legislación muy garantista a nivel medioambiental y los proyectos seguirán siendo objeto de escrutinio con las correspondientes evaluaciones de impacto. No debemos temer el cambio, al contrario, hacemos un llamamiento a las autoridades, la sociedad civil y los actores económicos del Alt Empordà a dar un paso adelante a favor del bien común, anticiparse a los acontecimientos y afrontar el problema realmente crítico, que no es el impacto por el despliegue de las renovables, sino cómo evitar que el calentamiento siga acelerándose y cómo adaptarnos a las condiciones climáticas futuras, las cuales pueden llevar al límite del colapso la disponibilidad de agua, los sistemas alimentarios y la naturaleza de la que dependemos.

Con este escrito queremos expresar la preocupación por el inmovilismo actual e instamos a los ayuntamientos a asumir un despliegue realista, eficiente y rápido de las energías renovables, imprescindibles ante la crisis climática y ecológica, pero también por la economía, los puestos de trabajo y la competitividad de las empresas locales. Hagamos por tanto un llamamiento a la cordura ya la responsabilidad de los grupos políticos municipales de la comarca, para rehuir los planteamientos maximalistas del “no a todo” y propiciar un clima de consenso en línea con el rumbo que el país ha decidido tomar de acuerdo con las instituciones internacionales y la comunidad científica.

· Link al estudio completo de las necesidades de renovables en la comarca del Alt Empordà

Imágenes y datos sobre la situación energética en comarcas de Girona en comparación con el resto de Cataluña: